Elon Musk ha decidido, de la noche a la mañana, acabar con uno de los logos más reconocidos mundialmente, una idea totalmente inesperada, que ha descolocado a gran parte de la comunidad de Twitter, especialmente cuando el logo elegido para sustituir al emblemático símbolo de la red social es un diseño propuesto por un usuario de la propia red. Además este logo ya había sido usado anteriormente por otra app. Todo tiene un punto de improvisación, de hacer las cosas por el simple espectáculo.
Y es que, Twitter no es solo un logo o icono, también es un lenguaje, una forma de comunicarse, es por ello que se pierden estos detalles que lo hacen especial. Por ejemplo, cuando escribes en Twitter, compartes un tweet, ¿cómo se definen ahora estas interacciones? El nombre de la app es ahora una simple X, incluso en España, la RAE había incluido ciertas palabras en sus diccionarios.
También es importante hablar sobre como se relaciona con otras páginas web, cualquier enlace dirige hacia twitter.com, a partir de ahora irán hacia x.com, algo asociado a webs de dudosa reputación.
Todo indica que Elon Musk ha gastado 40 mil millones de dólares para comprar Twitter y después destruirlo, ¿acaso es más barato que hacer tu propia red social desde cero?
Y este no es el único punto que indica que Twitter, bueno, llamémosle X, va a la deriva. La suscripción a Twitter Blue no aporta mucho más que un símbolo azul sin utilidad, escribir tweets más largos y editarlos durante un tiempo determinado, la publicidad es una constante, las cuentas que se hacen pasar por otras personas ya no son distinguibles.
En definitiva, recursos y tiempo se invierten en devaluar la app en vez de implementar funciones importantes, como poder crear espacios a través del ordenador, emitir en directo o no mostrar anuncios a aquellos que pagan.
Twitter ha muerto, larga vida a X.